Al jesuita argentino Maximiliano Koch le tocó abordar, en el tercer día del Congreso, un tema nada fácil de explicar pero realmente apasionante y trascendente.
Habló de la calidad espiritual que los educadores populares de Fe y Alegría vienen experimentando y compartiendo en su ser y quehacer profesional y de servicio.
Uno de los primeros elementos que presentó en el resumen que recoge los aportes de los países es el relacionado a que “los educadores y educadoras tengamos una fe inteligente, que conozcamos las propias creencias y tengamos a la vez la experiencia del misterio”.
En este punto señaló que los aportes orientan a que los educadores cultiven su espiritualidad de forma personal colectiva e institucional, lo que presupone un equilibrio “de distintos elementos que se complementan, se enriquecen y necesitan mutuamente”.
Estos elementos son: el conocimiento de sí mismo, lo cual supone el reconocimiento de las potencialidades, de sus límites así como su proyecto de vida; la apertura a lo trascendente, que implica asumir la realidad de la otra, del otro, del mundo, de la divinidad.
Koch puso énfasis en la importancia de que los educadores conozcan su mundo interior, reconozcan sus emociones, sus sentimientos, sus deseos, de aquello que oriente sus vidas y da sentido a sus acciones.
Una de las conclusiones a las que se llegó en este papel de trabajo es que los educadores del Movimiento “toman conciencia de potencialidad transformadora, de sus cualidades, ya que eso resulta distintivo y único”.
También asumen la conciencia de sus límites lo que permite “que la toma de decisiones y acciones resulten ajustadas a la realidad y que otros actores se sientan invitados a colaborar en un proyecto transformador común”.
Cuidar la espiritualidad y la emocionalidad
Entre las recomendaciones que hacen los países, luego de una consulta realizada, destaca que los educadores populares de Fe y Alegría deben contar con espacios definidos para trabajar su emocionalidad, afectividad y espiritualidad.
Y es que se ha reconocido que una espiritualidad “cuidada” tiene implicaciones en el proyecto de vida, no solo de los maestros sino también de los estudiantes, de los equipos técnicos, de toda la comunidad educativa y social.
El sacerdote interpeló a todo el Movimiento al preguntar si en los centros y programas existen estos espacios definidos, si se invierten recursos para el cultivo y cuidado de la espiritualidad, y la atención personal.
Igualmente preguntó sobre los hechos y modos concretos que denotan una espiritualidad e identidad institucional.
También reforzó la dimensión de las relaciones intensas “y comprometidas con nuestros alumnos y alumnas”.
Acá invitó a “dejarse afectar por el encuentro. En definitiva se trata de aceptar que el otro, la otra, lo otro, el mundo, el medio ambiente, y lo Otro (con mayúscula) tienen un impacto en mi vida”.
Esto implica contar también con espacios y momentos para celebrar la vida, de festejarla, pero igualmente “para llorar juntos, compartir el sufrimiento, el dolor”.
Estos espacios y situaciones deberían convertirse en prácticas cotidianas, en cultura institucional, en las cuales se ejercite frecuentemente la escucha, el encuentro, el diálogo y la solidaridad.
Realza las prácticas religiosas significativas que conecten con lo trascendente y que permitan una conexión intensa y profunda con los seres humanos y con la realidad.
Puso una alerta al decir que “las prácticas cotidianas no deben convertirse en rutina carentes de sentido y de valor. Abrámonos creativamente para que los ritos ayuden a significar la vida”.
Igualmente añadió sobre el sentido eclesial de la educación popular en Fe y Alegría, “lo que implica asumir la Iglesia, vivir la Iglesia y cuestionar la Iglesia en su práctica desde la práctica y reconociendo las múltiples formas de hacer Iglesia”.
Metodología y pedagogía
Sobre la metodología, las prácticas y la pedagogía, los países sugieren que el educador popular aplique metodologías y prácticas inspiradas en los ejercicios espirituales de San Ignacio, buscando y renovando el principio y fundamento de su ser vocacional.
Recomiendan, además, que se desarrollen procesos de acompañamiento personal y de momentos planificados y periódicos que posibiliten encuentros profundos entre los educadores, entre educadores y estudiantes, y entre ellos y las comunidades.
Se propone implementar estrategias creativas para momentos espirituales, pedagógicas, trabajo en valores, métodos de discernimiento.
Finalmente Koch invitó a ser vigilantes sobre las fronteras espirituales y religiosas que en ocasiones aparecen entre los actores del proceso educativo y que a veces impiden el encuentro.
También propuso inspirarse en las historias de muchos Vélaz, de los Abraham, de las Patricia, que así como los fundadores siguen empujando el parto de la creatividad, de la audacia, del coraje que distinguen a Fe y Alegría como proyecto de vida y transformador.
Te invitamos a revivir el encuentro de hoy.